Por Héctor Trejo S. columnista de Radiografía Informativa.
Al salir de la sala, luego de presenciar durante 110 minutos “El secreto de Adaline” (The Age of Adaline, 2014), es inevitable voltear la mirada al pasado cercano y encontrar un sinfín de similitudes con “El curioso caso de Benjamin Button” (2008), pues en ambos casos se presenta una alteración de la realidad espacio-tiempo, justificada apenas por un suceso mágico que termina siendo un tanto trágico.
El filme es protagonizado por Blake Lively, quien encarna a Adaline Bowman, quien por azares de una especie de milagro incomprendido, luego de 100 años conserva la apariencia de una chica de 25 años y por esa situación tiene que trasladarse entre el espacio y la gente para convertirse en una mujer imperceptible, para poder con ello seguir coexistiendo con su complejo entorno.
Con una fotografía hecha pintura, consumada por David Lanzenberg, el director del filme Lee Toland Krieger, nos traslada a un mundo mágico, lleno de hechos inusitados que enmarcan una historia de amor, que obliga a la protagonista a convertirse una especie de Cenicienta, que aspira al amor de un hombre común, sintiendo no merecerlo por su condición de inmortal.
Así pues, esta cinta que alude a una moderna y estilizada Dorian Gray, es un filme técnicamente impecable, bien actuado y filmado con mesura y estilo. Para deleite de los espectadores se detiene en algunos detalles que por pequeños, no pasan desapercibidos, sobre el pasado complejo de la protagonista.
El dilema romántico del que hace uso el director para imponerle su enmarañada carga dramática al filme, poniendo a Adaline en una encrucijada entre el amor y la tranquilidad, resulta bastante bueno y permite que el largometraje llegue a buen término.
Dadas las condiciones del filme, el final se sale del esquema de interés, pues se vuelve bastante predecible, sin afectar del todo el resultado final, que a todas luces es muy bueno y por ende completamente recomendable.
“El secreto de Adaline” es una película que llenará las expectativas casi de cualquier espectador, exceptuando a los que no somos fanáticos del cine rosa, del cual, tiene una severa carga argumental.
Sólo le recuerdo que la imaginación se disfruta más en la oscuridad del cine, así que no deje de asistir a su sala favorita. Para dudas, comentarios o sugerencias escríbame al correo electrónico [email protected]